Queridos hermanos y hermanas:
Cada segundo de mi vida compartido junto a los enfermos, se hace más presente un sentir que lo abarca absolutamente todo: «El Dios fiel mantiene su alianza» (Dt 7, 9).
Esta semana realizaré, una vez más, la tradicional peregrinación diocesana al Santuario de Lourdes, de la mano de la Hospitalidad Ntra. Sra. de Lourdes de la archidiócesis de Burgos. Un momento único e irrepetible para acariciar la piel de Jesús, para curarle las heridas, para cuidar sus manos y pies y para sonreír en su delicada sonrisa. «Cada uno de ellos es Jesús disfrazado», decía la Madre Teresa de Calcuta, quien se desgastó hasta el último de sus días por los más pobres de entre los pobres. Y, ciertamente, sólo es necesario acudir a este lugar para comprobarlo…
«El estilo de Dios es cercanía, compasión y ternura», destacaba el Papa Francisco en su mensaje para la XXXI Jornada Mundial del Enfermo, al poner los ojos en el santuario de Lourdes «como una profecía, una lección que se encomienda a la Iglesia».
Estos días, –que viviré junto a enfermos, personas con discapacidad y decenas de voluntarios, muchos de ellos jóvenes–, abren las puertas a un mundo –a veces escondido– de amor, solidaridad, fraternidad, escucha y consolación.
Con María, peregrinos de esperanza, reza el lema que nos congregará bajo el manto de la Santísima Virgen María. En su compañía, como peregrinos que siguen los pasos de santa Bernardita Soubirous, hacia una esperanza que no engaña ni defrauda, porque está tejida en la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos nunca del amor de Dios (cf. Rm 8, 35-39).
La Virgen, bajo la advocación de Lourdes, nos ofrece salud de alma y, si es la voluntad de Dios, de cuerpo, así como el consuelo y la posibilidad de encontrar en Cristo Crucificado el sentido de nuestros sufrimientos. Ella nos recuerda que los enfermos son un testimonio vivo de voluntad, perseverancia, fortaleza y dignidad para hacer frente a cualquier dificultad. Sin embargo, cuando pienso en aquella frase de la Madre Teresa y descubro que puedo consolar al mismo Jesús, a los pies de su santa Madre, acompañando la fortaleza que le sostiene al Señor en medio de la fragilidad, mi ministerio nace de nuevo.
El encuentro con Cristo sufriente a través de María y los enfermos es un milagro indescriptible. Y si aún no lo has experimentado, quizá es el momento de que lo descubras… ¿Y si este es el momento que tu corazón necesita para ser lavado por dentro y salvado por la esperanza? (cf. Lc 24, 32).
Todos los caminos llevan a la esperanza, máxime en este Año Jubilar, en el que se ha designado al Santuario de Nuestra Señora de Lourdes como uno de los lugares en los que los fieles podrán recibir la gracia de la indulgencia plenaria. De esta manera, la Iglesia expresa su deseo de que los fieles puedan experimentar la infinita misericordia de Dios.
Peregrinar al Santuario de Lourdes es un camino de fe que supone dejar atrás los miedos, las seguridades y las comodidades para encontrarte con un Jesús Vivo en el corazón de los más necesitados. ¿Y si es tu momento para comenzar esta ruta? ¿Y si la Virgen desea encontrarse contigo?
Son ya muchos años en los que acompaño a enfermos y voluntarios a Lourdes. Y siempre volvemos, todos, profundamente renovados, consolados y fortalecidos. Es el humilde testimonio que puedo ofrecer de esta maravillosa peregrinación.
Qué bueno es ponerse a la escucha, pensar en las veces que el Señor ha salido a nuestro encuentro y dejarnos rehacer por Él. Entonces podremos decir con verdad las mismas palabras de los testigos de Emaús ¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba? (cfr. Lc 24, 32).
Con gran afecto, pido a Dios que os bendiga.