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El año jubilar ‘Peregrinos de esperanza’ es un tiempo de «gran perdonanza». La indulgencia plenaria que se lucra en distintos lugares de peregrinación es una de las gracias más notables de este año santo. Y perdón para su vida es lo que busca, precisamente, Ramón, un interno del centro penitenciario de Burgos que hoy ha acudido hasta la catedral junto con ocho de sus compañeros: «Me emociona pensar que puede haber un perdón espiritual», explica, «aunque me gustaría también el perdón personal de la gente».

Para él, participar de este momento ha sido «algo especial, muy emocionante y distinto a cuando lo ves por la televisión». Del día de hoy se lleva «algo importante»: «marchar con la conciencia más tranquila, sin cargar todo el día con la culpa, la culpa, la culpa…» de un pasado que hay que asumir, pero también aprender a sanar, como él mismo explica. «Hay que mentalizarse, saber que uno ha hecho las cosas mal y tiene que ser consciente de lo que ha hecho. Pero también necesitamos perdonar. Yo creo que a la gente le cuesta perdonar y no se dan cuenta de que, para muchos, el perdón nos sirve bastante, es muy importante. Si no aprendemos a perdonar, mal vamos», reflexiona.

«No tengáis miedo»

El arzobispo ha sido el encargado de presidir la celebración. En su homilía, ha traslado que «el Señor nos invita a recomenzar», «más allá de las circunstancias en las que cada uno esté en este momento. El Señor nos invita a caminar de nuevo», ha insistido.

Monseñor Mario Iceta ha querido trasladar a los presos, a los voluntarios de Pastoral Penitenciaria y a los funcionarios de prisiones que los han acompañado, la confianza en un «Dios liberador», capaz de ayudarlos a escribir «sin borrones los muchos capítulos de la vida que aún quedan por delante». «No tengas miedo», ha subrayado.

«Aunque uno esté privado de libertad exterior, siempre puede conservar la libertad interior. Dios te libera de lo que te hizo elegir mal, de lo que ha esclavizado tu vida» y «te ayuda a elegir el bien, a escribir el futuro con su misericordia, por caminos nuevos de vida, de amor, de trabajo, de entrega, de alegría, de esperanza».

Tras la misa, el mismo arzobispo ha ejercido de anfitrión y ha enseñado a los reclusos los principales rincones de la catedral, incluidas las famosas puertas de Antonio López. Ha dialogado con ellos y con el resto de voluntarios de Pastoral Penitenciaria, a los que ha agradecido el trabajo. La celebración de este Jubileo de los presos en Burgos se ha celebrado como un anticipo del que se desarrollará este fin de semana en Roma, presidido por el papa León XIV. Dentro de los actos de este jubileo, el arzobispo visitará mañana el centro penitenciario de la ciudad.