Han pasado apenas tres meses de aquella experiencia, pero los momentos vividos aún perduran en el recuerdo. Tanto, que para muchos han supuesto un auténtico revolcón en sus vidas. Algunos de los más de 300 jóvenes que viajaron a Lisboa el pasado verano para participar en la JMJ junto al papa Francisco se han reencontrado hoy para «cargar las baterías» y poner en acción todo lo allí aprendido, como les ha pedido el arzobispo.
Don Mario Iceta ha trasladado a los jóvenes que toda JMJ es «comenzar un nuevo capítulo en la vida». De esta manera, les ha pedido interrogarse sobre lo que les impide levantarse y caminar, pues tras aquella experiencia «no se puede seguir haciendo lo mismo».
Por eso, les ha animado a vivir las mismas actitudes de la Virgen María: Ponerse en camino aprisa –«¿a qué esperas?»–, dirigirse a la montaña y vivir el «encuentro con el Señor en lo cotidiano de tus clases y tu trabajo» o «dejar de servir tu pereza y comodidad» para «servir a Dios y por amor a él a los demás». «¿Tú sirves? El que no sirve no sirve», les ha cuestionado. Para lograrlo les ha trasladado la necesidad de poner la confianza en el Señor, «porque él cumple lo que promete».
La vigilia de oración, que ha tenido lugar en la iglesia de San Lorenzo El Real, al más puro estilo Hakuna, ha servido para dar gracias por lo vivido en aquellas dos intensas semanas, en la que muchos de ellos fueron acogidos en familias portuguesas. También se ha escuchado el testimonio que la JMJ supuso en la vida de dos jóvenes –para una de ellas la experiencia la empujó a entrar en un monasterio de clausura– y ha habido momentos para la convivencia y la cena compartida.