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La lluvia que cayó el pasado lunes sobre Burgos no impidió la celebración de un nuevo círculo de silencio, el número 125. Con el lema «Destruir muros, tender puentes», voluntarios y migrantes acogidos por Atalaya Intercultural fueron los encargados de leer un manifiesto, en el que denunciaron la «creencia» cada vez más común en los países ricos de que «aquí sobran los inmigrantes».

Según se explicó, esta situación provoca un «terreno fértil para abonar temores y desconfianzas alimentados por falaces populismos», mientras se olvida que las políticas migratorias deberían poner en el centro a la persona y guiarse por los valores de dignidad humana, solidaridad y libertad.

Para ello abogaron por una legislación global para las migraciones y aceptar que las personas que proceden de lugares y culturas diferentes suponen «un don» para las sociedades que las acogen. Además, recordando las propuestas del último encuentro diocesano de pastoral de migraciones, se insistió en la necesidad de sensibilizar sobre los problemas del colectivo, acompañarlos desde una escucha atenta y empatía, crear vínculos afectivos, promover la diversidad, romper guetos, tejer ciudadanía y transmitir esperanza.

En este sentido, también se aplaudió la la admisión a trámite de la Iniciativa Legislativa Popular, para la regularización extraordinaria de inmigrantes. Esta propuesta, que surgió del reconocimiento de que durante la pandemia muchos migrantes fueron «trabajadores esenciales», busca acabar con la vulneración de los derechos fundamentales de medio millón de personas y terminar con las barreras que les impiden acceder a un trabajo digno y contribuir económica y fiscalmente a la sociedad.