Este domingo, 11 de febrero, fiesta de Ntra. Sra. de Lourdes, la Iglesia universal ha celebrado la Jornada Mundial del Enfermo. Con ella comienza, además, la Campaña del Enfermo, que concluirá el próximo 5 de mayo, VI Domingo de Pascua, y que, con el lema Dar esperanza en la tristeza, es una invitación a centrarnos en el cuidado y acompañamiento de las personas que por diversas causas tienden a sufrir tristeza.
Con ese motivo, la Delegación de Pastoral de la Salud de la archidiócesis de Burgos ha organizado una misa en la iglesia de San Gil, abad, que ha presidido el arzobispo de Burgos, Mario Iceta Gavicagogeascoa. Ese templo cuenta con una reproducción de la gruta de Lourdes, donde la Virgen se le apareció a santa Bernardette Soubirous, y es sede de la Hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes de Burgos.
En su homilía, el arzobispo ha recordado que «nadie elige estar enfermo. Cuando llega la enfermedad, aparece una gran crisis personal. Aparece la angustia, la incertidumbre ante el futuro…», explicaba. Y, haciendo referencia al Evangelio proclamado, señalaba que «la lepra espiritual es el pecado, el orgullo, el apego a la sensualidad, la falta de misericordia… el pecado enferma el corazón y puede llegar a matar el alma. Por eso, tenemos que repasar nuestro corazón y poner nombre a nuestra enfermedad, a nuestro pecado, y tener la humildad de acercarnos al Señor y decirle: “si quieres, puedes limpiarme”. La fuente de la vida solo está en el Señor. Y tú, ¿quieres quedar limpio? ¡Porque el Señor quiere!».
En la misa también ha participado un nutrido grupo de sacerdotes, muchos de ellos capellanes, que están en contacto con personas que viven esas situaciones de dolor que a las que aludía el arzobispo, cuando las circunstancias dan un giro a la vida que, a veces, les lleva al límite de su fuerza física y psíquica. Ellos saben mejor que nadie que la enfermedad pone en crisis a la existencia humana.
Por eso, estos sacerdotes, así como muchas otras personas que están cerca de los que sufren, buscan para ellos en la Virgen de Lourdes un lugar de apoyo, y les ponen bajo su protección. Y es que muchas de las personas que viven situaciones de enfermedad y fragilidad encuentran consuelo y fortaleza en la Virgen de Lourdes, que también les ayuda a dar sentido al dolor y a los interrogantes que les plantea esta adversidad, y haciéndoles, en muchos casos, orientar su vida hacia lo espiritual y trascendente.