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Eudald Carbonell, uno de los codirectores del Proyecto Atapuerca y actual vicepresidente de la Fundación, cerró la tercera jornada de Ciencia y Cristianismo recordando los excesos de la ciencia y sus consecuencias. El arqueólogo insistió en la importancia del método científico para alcanzar el conocimiento, a la vez que destacó algunos de sus temores como el de una guerra nuclear. Reconoció la impotencia de la ética actual y abogó por una «conciencia universal de especie para, desde la diversidad, crear el provenir adecuado». Así lo ha recordado en sus dos últimos libro El porvenir de la Humanidad, donde recoge un decálogo para la supervivencia de nuestra especie y en  De la caverna al cosmos que será presentado el próximo día 10 de abril. El «arqueólogo del futuro» quedó admirado por el interés de los más de 200 asistentes a su ponencia. Entre ellos, varios miembros de la Fundación Atapuerca, como su directora Eva Manrique.

 

 

En la jornada anterior, la escritora Angélica Tanarro, recorrió el tema del mal en varias autoras de relato breve como Emily Brontë y sus Cumbres borrascosas o la escritora católica Flannery O’Connor y su Un hombre bueno es difícil de encontrar. Se mostró admirada por la escritora argentina Samanta Schweblin, IV Premio Internacional Ribera del Duero de narrativa, con Siete casas vacías. Igualmente hubo incursiones en la obra de Edgar Allan Poe o el Fausto de Goethe. Recordó que el autor literario no tiene límites a la hora de abordar los temas. De ahí que la ficción permita puntos de vista de los grandes temas de la existencia a los que la razón no alcanza o no afronta porque «son irracionales y sólo desde el mito o la ficción se hacen accesibles». Personificar el mal y dialogar con él está presente en muchos relatos y obras célebres para acercarse después al sufrimiento, a la solidaridad, a la muerte o a la trascendencia. En su ponencia se vieron caras conocidas como la del escritor Óscar Esquivias o el Premio Adonais de poesía José Gutiérrez Román.

 

En la jornada del martes 1 de abril fue Ángel Cordovilla, decano de la Facultad de Teología y de la de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia Comillas, el encargado de afrontar el mal como «problema clásico de la Teodicea» para presentarlo en su sentido «desde la soteriología cristiana’ en tres horizontes de comprensión: la providencia divina, el progreso humano y la eufemización individualista». El mal no es obra de Dios, sino que surge después de la creación del mundo. Sugirió comprender el mal no desde la mera razón –porque es irracional–, sino desde la idea excesiva de Dios y desde la idea «loca» de la salvación. Desde un Dios que salva, no desde un «Dios en sí». Porque nada está fuera del alcance de Dios que ha creado todo desde el amor. La conferencia y diálogo se acercaron a las 2 horas, lo que indica el interés suscitado.

 

El secretario de las Jornadas, Carlos Izquierdo, agradeció a la Facultad de Teología del Norte de España, sede de Burgos, a la Delegación para la Cultura y al Secretariado para la Pastoral Universitaria por esta nueva oportunidad en el Cultural Cordón de Fundación Caja de Burgos. Emplazó a los asistentes a participar, en la próxima primavera, en las XIV Jornadas.