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Quintanilla del Monte en Rioja es un pequeño pueblo cerca del límite de la provincia de Burgos con La Rioja, en la comarca de Montes de Oca. Tan pequeño que solo viven en él dos personas. Su iglesia, imponente en medio del pueblo, no pasa por su mejor momento. Solo se celebra una misa al año, con motivo de la fiesta de la Virgen Blanca, que se conmemora a primeros de septiembre. Y ni siquiera se hace en el templo parroquial, sino en la cercana ermita. La razón es el deplorable estado de conservación, que hace incluso peligrar la estabilidad del inmueble. La falta de mantenimiento durante años, en especial del tejado, ha hecho que el agua haya ido filtrándose por los muros, horadando poco a poco su interior hasta volverlos inestables. Una cubierta de chapa, instalada hace pocos años, sólo ha ralentizado un deterioro que ya es irreversible.

Ángel Santamaría, su párroco, lleva seis años en el pueblo y nunca ha podido presidir una misa en el templo. Asegura que no sabe cuándo fue la última que se celebró. Al entrar en la iglesia salimos de dudas. Un cirio pascual a medio consumir nos da la pista. «2009», puede leerse entre la cruz y las letras alfa y omega. 15 desde la última vigilia pascual, 15 años sin culto.

Todas estas razones hacen que sea perentorio rescatar del interior de la iglesia todo lo que se pueda antes de que se venga abajo. Y eso incluye, también, los retablos. El Taller Diocesano de Restauración ha acudido para desmontar uno de los retablos y, tras restaurarlo, ofrecerle una nueva vida en otro lugar con más vida: el Museo del Retablo, situado en la iglesia de San Esteban de la capital burgalesa.

El retablo que vienen a buscar se encuentra frente a la puerta de entrada. Es del siglo XVI y, a pesar de la situación general del templo, se encuentra en buen estado. En apenas unos minutos, los operarios de Batea Restauraciones, la empresa con la que trabaja el taller, han empezado a montar el andamio que permita acceder a los cuerpos más altos del monumento. Comienzan desarmando el remate, para seguir por el segundo piso, después el primero, y terminar retirando el banco. En menos de 20 minutos, el retablo está troceado y listo para ser trasladado al taller.

Pero, ante el estado general del inmueble, los «rescatadores» deciden tratar de salvar todo lo posible. Y eso incluye el retablo neoclásico de una de las capillas laterales (en la imagen central) y las imágenes y adornos del retablo mayor. Este último, barroco y de gran belleza, es insalvable, ya que soporta en su ático parte de las cargas de la bóveda, que los nervios ya no son capaces de sostener por sí mismos. Retirarlo pondría en peligro inmediato la integridad del templo, explica el director del Servicio Técnico de Obras del Arzobispado, Miguel Ángel Ortega, también desplazado a Quintanilla del Monte en Rioja para evaluar el estado estructural de la iglesia.

El director del Taller, Antonio García Ibeas, necesita hablar con el delegado de Patrimonio de la archidiócesis, Juan Álvarez Quevedo, porque la retirada de este segundo retablo no estaba prevista, y en el taller no hay sitio para más. Es posible que, dado su buen estado de conservación, se pueda colocar en alguna de las parroquias de nueva factura que la archidiócesis ha construido en la capital y que no gozan de la magnificencia decorativa de las antiguas.

De momento, los operarios han desmontado este retablo, dejando a la vista unas pinturas previas al encalado de los muros. También se atestigua que, para instalarlo, fue necesario recortar los nervios de la capilla lateral, así como hacer un hueco en el grueso muro para que cupiera el monumento. El tiempo –y el delegado de Patrimonio– dirán dónde se podrá colocar este retablo.

Mientras tanto, los operarios cargan en las furgonetas el primer retablo que han desmontado y las imágenes del retablo mayor. Su destino: el Taller de Restauración. Allí, este verano, un grupo de jóvenes estudiantes que cursan el Grado en Conservación y Restauración de Bienes Culturales en la Universidad del País Vasco (UPV) realizará prácticas sobre ellas, recuperando su esplendor para que tengan una vida nueva.