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Los agentes de Cáritas Diocesana de Burgos han participado en una jornada de convivencia celebrada en Briviesca, a la que han acudido cerca de 125 personas. El día transcurrió con un muy buen ambiente de compañerismo, alegría, entusiasmo y gratitud. Comenzaron desayunando juntos unos manjares muy dulces, elaborados por las distintas representaciones: Lerma. Aranda, Belorado, Pradoluengo, Espinosa de los Monteros, Villarcayo, Trespaderne etc. En total, cerca de 125 voluntarios con una misma fe, con una misma ilusión, con un altruismo innato, todos mirando a Jesús. «Allí se sentía el amor con mayúsculas, yo me sentía muy pequeñita ante, seguramente tanta valía de tanta gente que nos encontrábamos con una misma meta, hacer felices a los que nos rodean», explica Pilar Fernández, una de las participantes.

«Me hubiera gustado saber las historia de tanta personas, seguramente cada una ha llegado a ser voluntario por distintos métodos, pero yo pensaba ‘si cada uno contara su historia seguro que hubiera sido precioso, porque la mayor parte de los que allí nos encontramos éramos mayores, con muchos años a nuestras espaldas, con muchas y muy duras experiencias’», señala Pilar.

Siguiendo con el día se visitó la iglesia de Santa Clara de la localidad, «una maravilla de la que la ciudad de Briviesca y todos los que nos sentimos briviescanos aunque no lo seamos, estamos orgullosos». La guinda fue el lugar donde se realizó la comida, «en el santuario de nuestra querida y venerada Santa Casilda, lugar bellísimo enclavado en un monte con una iglesia preciosa» que uno de los participantes, Rodrigo, tuvo a bien explicar, centrándose en su valía arquitectónica y espiritual.

«También narró la historia de los sus pozos: el blanco y el negro. Este último, milagroso, donde se curó la santa, a la que toda La Bureba tiene una gran devoción. Sus romerías son especiales y multitudinarias, y es muy habitual que los agricultores, al acabar de recoger la cosecha vayan a Santa Casilda a dar gracias», señala Pilar.

En ese marco impresionante, los cerca de 125 participantes celebraron misa, amenizada por el coro parroquial y por la participación de las diferentes delegaciones. «Así terminamos dicha jornada dando gracias a Dios por volvernos a encontrar una vez más. Espero y deseo que todos los asistentes se fueran contentos de la acogida que les hemos dado con todo cariño», concluye Pilar Fernández.