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La Fraternidad Verbum Spei establece una casa de formación en el antiguo convento de las Calatravas, en el barrio de San Cristóbal, con una incipiente comunidad formada por 8 religiosos

 

Una nueva comunidad de religiosos de vida contemplativa se ha instalado desde hace unos días en la ciudad de Burgos. Se trata de una joven comunidad formada por ocho miembros de la Fraternidad Verbum Spei, una congregación religiosa nacida en 2012 en México, pero con presencia ya en Luxemburgo, en Idaho (EE. UU), en Cuba y en Honduras. La comunidad que ha llegado a Burgos, compuesta por ocho personas, se ha instalado en la casa que les han dejado las religiosas calatravas, en el barrio de San Cristóbal de la capital.

 

Les encontramos en plena mudanza, descargando las furgonetas en las que han traídos sus pocas pertenencias y ayudando a las madres calatravas a cargar las suyas, para llevarlas a su nuevo hogar en el Paseo de los Pisones. Nos atienden gustosamente en el jardín de su nuevo hogar, que invita a pasear en silencio, o en buena compañía, pero siempre buscando a Dios. Son tres sacerdotes, tres hermanos en tiempo de profesión temporal y dos novicios.

 

Dos santos burgaleses, modelos y maestros de esta joven comunidad

 

«Como su nombre dice, la Fraternidad Verbum Spei es una fraternidad, comunidad de hermanos, que quieren vivir de aquel que es el Verbum, el verbo, es el Señor, y es la fuente de nuestra esperanza, por eso, Fraternidad Verbum Spei», señala el superior de la comunidad, el P. Joachim, de origen francés. «Algunos son sacerdotes, otros se encaminan también al sacerdocio, no todos, pero una buena parte, y queremos vivir juntos de una palabra que se dice de un santo aquí burgalés, santo Domingo de Guzmán, que la dice otro santo domínico de él, santo Tomás de Aquino, que es ‘contemplata aliis tradere‘, que significa ‘transmitir lo que habéis contemplado’, se decía eso de la vida que Santo Domingo en el siglo XIII impulsó en la Iglesia, y nosotros nos queremos poner en una ramita en este árbol que él empezó hace siglos», apunta. Ahondando en la espiritualidad dominicana, afirma que se inspiran mucho en ella, aunque tienen rasgos más contemplativos, con dos horas diarias de adoración en comunidad y también mucho arraigo en la oración silenciosa.

 

En ese sentido, el P. Joachim explica que nunca hubieran pensado que se iban a establecer en la archidiócesis de Burgos, porque tienen como modelo espiritual a dos santos burgaleses. En primer lugar, santo Domingo de Guzmán. «Como he dicho al principio, nos inspiramos mucho de su figura, de su manera de vivir el Evangelio, que se dice que hablaba de Dios o con Dios, que dio todo a Dios, a la vez con la vida religiosa, una parte de vida monástica, la vida en comunidad, la vida fraterna, el hábito, y a la vez una vida muy pobre para hablar de Dios. Y nosotros nos arraigamos mucho en esta figura».

 

Pero Verbum Spei también tiene una especial predilección por san Rafael Arnaiz. «Nos inspira mucho sus escritos y nos hace un santo que habla mucho a los jóvenes, al mundo de hoy, a los que están en conventos y a los que están en el mundo. (2:58) Y San Juan Pablo II, Benedicto XVI, el Papa Francisco lo han dado como un modelo para la juventud de hoy. Nos inspiramos mucho en él y, cuando empezaron los movimientos, de si íbamos a venir aquí, si no, pues le hemos confiado en la oración. Hasta hicimos una novena, para su fiesta, el 26 de abril. Don Mario firmó el decreto de apertura el primero de mayo, justo después. Así que lo recibimos también como un signo muy bonito de la providencia de Dios, de su amor por nosotros y que nos espera aquí».

 

Formación y jóvenes, ejes de la presencia en Burgos de esta comunidad

 

Preguntado por el apostolado que realiza esta Fraternidad, el P. Joachim explica que su misión es, en primer lugar, «responder a lo que nos pide la archidiócesis aquí en Burgos, el arzobispo, porque estamos enviados por la Iglesia. Pero queremos que este monasterio sea un pequeño oasis, un lugar donde te puedes encontrar con Dios, donde adorar, donde orar, donde uno puede descansar con el Señor en paz, donde se puede encontrar con Dios en la oración. También a compartir la Palabra de Dios, nos gusta mucho con los que vienen poder leer la Palabra de Dios juntos, poder meditar el Evangelio del día en común o también escucharlo en silencio y después estamos abiertos a lo que lo que quiera hacer el Espíritu Santo. Muchos somos jóvenes, entonces también nos gusta ser parte del reto de la Iglesia de hoy, de transmitir la fe a los jóvenes, a nuestras nuevas generaciones con todo este mundo virtual».

 

La Fraternidad ha elegido Burgos para establecer su nueva comunidad porque se trata de una casa formativa. «Es uno de los elementos de discernimiento que nos ha llevado aquí, a la archidiócesis en Burgos. La proximidad con la Facultad de Teología va a permitir a varios hermanos que se preparan al sacerdocio que puedan formarse bien. Y también hay mucha riqueza de vida religiosa en esta archidiócesis, mucha tradición. Como somos muy jóvenes, podemos aprender de los mayores de la vida religiosa también que llevan desde siglos en la Iglesia», afirma el P. Joachim.

 

Aunque están recién llegados a Burgos, ya han podido apreciar la enorme hospitalidad burgalesa, de la que se sienten muy agradecidos. «Nos hemos sentido muy bien acogidos, con mucha bondad, con don Mario, que Dios ha puesto providencialmente en nuestro camino, pues nos ha abierto con mucha generosidad, de manera muy paterna nos ha acogido. Nos sentimos muy indignos de recibir tanta bondad, tanta acogida buena de algunos sacerdotes que hemos podido saludar, de manera muy sencilla. Y de las madres calatravas también nos ha impactado mucho su alegría y su valentía, porque nos han dicho ‘nosotras hemos construido este monasterio para que sea un lugar de oración, un lugar de adoración para Dios, para la gente de este barrio de San Cristóbal, en Gamonal. Preferimos que siga otra comunidad que mantenga eso vivo. Hubiéramos podido ganar dinero, hacer más cosas con este lugar, pero queremos que se mantenga como lugar de oración’. Y a nosotros nos impacta mucho el corazón recibir esta orden de misión también, es una herencia que nos transmiten. Esperemos poder ser dignos de este llamado que Dios nos hace también», concluye el superior de la comunidad.