La celebración del festival de música Sonorama Ribera atrae a Aranda cada mes de agosto a miles de personas, mayoritariamente jóvenes. Para buena parte de ellos, la emblemática iglesia de Santa María es paso obligado en su trayecto entre los escenarios urbanos del casco histórico que acogen los conciertos en las horas centrales del día. En este ambiente festivo y despreocupado, no son pocas las miradas que atrapa la impresionante fachada gótico-isabelina del templo. Aprovechando esta circunstancia, la parroquia de Santa María ha puesto en marcha durante la última edición de Sonorama un programa de visitas interpretativas para dar a conocer en clave creyente el mensaje de salvación esculpido en piedra en la fachada del templo, obra de Simón de Colonia y su hijo Francisco. Una iniciativa con carácter de primer anuncio, dirigida especialmente a quienes, atraídos por la belleza, han dejado de tener las claves culturales y de fe para entender el mensaje de salvación que encierra el arte religioso.
Los pases, de aproximadamente media hora, se han llevado a cabo mientras a escasos metros del templo se celebraban los conciertos de mediodía, con un perfil muy variado de asistentes, desde familias hasta habitantes de Aranda pasando por un significativo número de parejas y grupos de “sonorámicos” que no han dudado en dejar en la puerta las bebidas y típicas pistolas de agua del festival escuchando respetuosa y atentamente las explicaciones.
La visitas se han desarrollado bajo el lema “Heaven’s Doors” (puertas del cielo) haciendo un guiño al famoso tema musical de Bob Dylan y tratando de conectar con el público del festival. Así mismo, el recorrido explicativo arrancaba fijando la atención en la figura central en el dintel de la puerta, el mayor “influencer” musical de todos los tiempos, el rey David. A continuación la rica iconografía de la fachada del templo ha servido de guía desgranar la historia de la salvación con la vida de Jesús y su continuidad en la Iglesia. No han faltado guiños divertidos, con anécdotas curiosas, así como la poco frecuente inclusión de simbología civil en un templo.
Como cierre de cada pase y para conectar de nuevo con la afición musical, las visitas han finalizado con la interpretación de una versión moderna de uno de los salmos con la colaboración de Ismael Sáez Marquina, seminarista diocesano.
A la salida, cada asistente ha recibido como obsequio una pulsera elaborada por las hermanas de la comunidad Iesu Communio de la Aguilera, y han dejado sus impresiones por escrito. Unos mensajes que permitirán ahora evaluar esta primera experiencia que ha movilizado a una veintena de cristianos y cristianas de diversas parroquias y grupos del arciprestazgo de Santo Domingo para ensayar una acción nueva de evangelización a través del patrimonio artístico.