Con el inicio del nuevo curso pastoral, el arzobispo, Mons. Mario Iceta, ha retomado la visita pastoral a las parroquias de la archidiócesis. Si el año pasado lo dedicó a conocer las comunidades del arciprestazgo del Vega, este último trimestre del año hará lo propio con las del arciperstazgo de Gamonal.

 

El pasado 22 de octubre, coincidiendo con la fiesta de su santo titular, el arzobispo presidió la eucaristía en la parroquia de San Juan Pablo II, la última erigida en la archidiócesis, y con la que culminó su visita a la unidad pastoral que conforma esta parroquia junto con la de Villímar y Villayerno Morquillas. Concluían así una serie de encuentros y reuniones que permitieron al pastoral diocesano conocer las realidades eclesiales de estos barrios.

 

En efecto, don Mario pudo encontrarse con las Hermanas Franciscanas de María en su comunidad de San Esteban de los Olmos y también conoció la residencia de la tercera edad «Lazarillo de Tormes». La visita se completó con un encuentro con los feligreses de Villayerno Morquillas, un diálogo con el «Equipo Misión» con que cuenta esta unidad pastoral y el preceptivo encuentro con el párroco, Julián Palencia.

 

Según indica el Código de Derecho Canónico, «el obispo tiene la obligación de visitar la diócesis cada año total o parcialmente de modo que al menos cada cinco años visite la diócesis entera, personalmente o, si se encuentra legítimamente impedido, por medio del obispo coadjutor, o del auxiliar, o del vicario general o episcopal, o de otro presbítero». Durante los próximos meses mantendrá encuentros en las parroquias, colegios y comunidades religiosas del popular barrio de Gamonal para conocer las necesidades pastorales de sus comunidades cristianas.

Homilía del arzobispo de Burgos, don Mario Iceta Gavicagogeascoa, en el XXIV Domingo del Tiempo Ordinario (A), pronunciada en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, de Pedrosa de Duero, el 17 de septiembre de 2023.

Eclesiástico 27,33–28,9
Salmo 102
Romanos 14,7-9

Mateo 18,21-35:

En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: “Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo.” El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: “Págame lo que me debes.” El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: “Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré.” Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: “¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?” Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.»