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Jesús mandó a sus apóstoles a la misión escasos de provisiones, con apenas una túnica, un bastón y unas sandalias. Nada más. Sin embargo, fueron enviados «con autoridad para expulsar demonios». «Iban vestidos por dentro mientras por fuera solo llevaban una túnica». Hoy, los catequistas de las parroquias del arciprestazgo del Vena, frente a la gente que vende «una espiritualidad vacía» que consiste en «abrazar árboles y otras experiencias similares», han descubierto que necesitan cuidar su interior, con el que Dios los ha llenado para suscitar el «deseo de Jesús» en los niños y adolescentes que acompañan. Esa es hoy «su autoridad».

Reunidos en la parroquia de San Martín de Porres y acompañados de las explicaciones del sacerdote Juan Manuel Madrigal, los catequistas han descubierto los rasgos que deben configurar su espiritualidad, que pasan por ser testigos de la fe, custodios de la memora de Dios, maestros y mistagogos y acompañantes y educadores. Solo así, cuidando su vocación y su propia interioridad, podrán suscitar en los niños «el encuentro con Cristo que involucra toda la persona», esto es, desde su experiencia litúrgica y sacramental, pasando por las relaciones afectivas, el servicio a los hermanos y la participación en la vida de la comunidad.

Siguiendo las explicaciones del magisterio de los últimos Papas, han descubierto cuáles son los rasgos que deben configurar su propia identidad como catequistas y educadores: «Dios te ha llamado a una misión y nunca se echa para atrás, pregúntale qué quiere que hagas por él», ha interrogado el sacerdote.

Además de la sesión formativa sobre la espiritualidad del catequista, el encuentro, habitual en este arciprestazgo, ha contado con un panel de experiencias en el que se han expuesto distintas actividades que se realizan en las parroquias de la zona. Tampoco han faltado los momentos para la convivencia y la oración.