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En Villadiego, una acogedora localidad de Burgos, en el arciprestazgo de Amaya, los amantes de las tradiciones navideñas tienen la oportunidad de sumergirse en la magia de esta época gracias a la impresionante exposición de belenes organizada por Juan José Rodríguez, un dedicado vecino del municipio. Desde el 22 de diciembre hasta el 7 de enero, la iglesia de San Lorenzo, en la que se expone de forma permanente el arte sacro de la comarca, se convierte en el escenario perfecto para apreciar cerca de 100 belenes llegados de todo el mundo.

Juan José Rodríguez, el «comisario» de esta exposición que reúne casi un centenar de nacimientos, ha desplegado su talento y creatividad seleccionando las piezas que se exponen en esta muestra. En Villadiego podemos encontrar belenes realizados utilizando una variada gama de materiales, que incluyen lana, piedra, papel, barro y otros elementos sorprendentes. La exhibición no solo es una muestra de habilidad artística, sino también un testimonio de la riqueza y diversidad de los materiales utilizados para dar vida a estas representaciones sagradas a lo largo y ancho del planeta.

La colección, en su mayoría propiedad de Rodríguez, incluye también belenes prestados para la ocasión, lo que añade un toque de colaboración a la exposición. Los visitantes de la iglesia quedan maravillados al contemplar la originalidad y el detalle de cada belén, sumergiéndose así en la profundidad del significado navideño.

 

El Museo Parroquial de Arte Sacro de Villadiego

La muestra puede visitarse en la iglesia de San Lorenzo, sede del Museo Parroquial de Arte Sacro de la localidad. El origen del museo hay que buscarlo en la exposición realizada en la iglesia de San Lorenzo en el año 2002, bajo el título Fray Henrique Flórez: vida y sociedad en el Burgos del siglo XVIII que conmemoraba el tercer centenario del nacimiento del padre Flórez, un historiador agustino nacido en Villadiego en 1702. Concluida la muestra, se aprovechó la infraestructura para darle esta función museística.

Su finalidad no es sólo exponer y dar a conocer un buen número de objetos litúrgicos utilizados durante la celebración de la Santa Misa y en la administración de los sacramentos —cálices, incensarios, crismeras, cruces procesionales, patenas…—, vestimentas eclesiásticas —casullas, humerales, dalmáticas…—, sino también recoger y conservar en depósito las piezas religiosas de los pueblos vecinos, amenazados por una despoblación creciente, para resguardarlas ante el posible peligro de que desaparezcan, pero siempre a disposición de las comunidades para que los puedan emplear cuando estimen oportuno. Los objetos que se exponen tienen una horquilla cronológica muy amplia que va desde el s. XIII hasta el s. XX.