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En el siglo XVI, Burgos fue una ciudad en constate evolución. El florecimiento de su comercio y su situación estratégica provocaron el nacimiento de las «freirías» o cofradías que, agrupadas por gremios, tenían en la mayoría de los casos una función asistencial. Fue en ese momento cuando apareció la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad que, dado su compromiso de asistir a todas las procesiones y entierros a los que eran llamados sus cofrades, también tenía la advocación «de la Muerte», con sede en el convento de la Trinidad y que bien puede ser el origen de la actual cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y de Santiago, refundada en 1944 y con sede ahora en la iglesia de Santa Águeda.

Han sido los hermanos de esta cofradía quienes, dada «su fuerza y capacidad» en la actualidad –es una de las más numerosas y con una cantera de jóvenes cofrades–, ha decidido recuperar ese carácter asistencial ante la muerte rescatando una antigua procesión, la primera en salir a la calle en la noche del ‘Sábado de Lázaro’. Sobre unas restauradas andas que servían para transportar los cuerpos de los difuntos antes de su enterramiento en la localidad de Villamorón, han procesionado la imagen de un Cristo yacente de la escuela castellana de Diego de Siloé, custodiado en la capilla de la Presentación de la catedral. «Tiene sentido que saquemos a Cristo muerto para indicar que él acompaña a cada uno en el momento de la muerte; para dar sentido a algo que no tiene sentido en la existencia humana como es morir», explicó el abad de la Junta de la Semana Santa, Agustín Burgos, durante el acto de presentación de este nuevo desfile.

A las once de la noche, matraca en mano y tras recibir la bendición del párroco, un cortejo de cofrades ha recorrido los callejones colindantes a la iglesia de Santa Águeda invitando a los vecinos a sumarse al acto, como hacían en la antigüedad cuando moría algún hermano y como recuerdo de la muerte que todos hemos de sufrir: «Si mañana moriremos, ninguno lo sabemos», han gritado los cofrades mientras las campanas de la iglesia repicaban a muerte. Media hora más tarde, y tras congregar a numerosos burgaleses, la imagen del Cristo yacente salía del interior de la iglesia para enfilar la calle santa Águeda hasta el arco de San Martín y bajar después por la calle Fernán González y las traseras del Centro de Creación Artística Francisco Salinas hasta su punto de partida, donde se ha entonado el ‘Miserere’. En el recorrido también se han rezado responsos por todos los fieles difuntos.

Después del pregón pronunciado en la catedral por Pilar García de la Granja, el recuerdo de esta antigua procesión ha marcado el inicio de la Semana Santa burgalesa. Durante los próximos días, numerosos actos litúrgicos y de piedad popular inundarán los templos y las calles de la ciudad y de toda la geografía diocesana.