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Idriss, Nayara y Laura ya forman parte de la «gran familia de la Iglesia», tras recibir de manos del arzobispo de Burgos, Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa, el bautismo, la confirmación y la eucaristía, que constituyen los sacramentos de iniciación cristiana. Lo han hecho durante la misa que el prelado ha presidido en la tarde de este domingo, solemnidad de la Ascensión del Señor, en la capilla de Santa Tecla de la Catedral de Burgos.

 

En su homilía, Mons. Iceta ha explicado que ser cristianos «nos hace estar en el mundo de otra manera», y ha señalado seis elementos que cambian en la vida cuando uno abraza la fe católica. Uno comprende «cuál es el sentido de la vida, el sentido del amor, el del sufrimiento… porque el Señor da sentido a la vida». También entiende «hacia dónde caminamos: ‘¿hacia dónde camina mi vida?’, ‘¿hacia dónde dirijo mis fuerzas?’. No nos espera la nada, nos espera la plenitud que nuestro corazón ansía. Pero no la conseguimos nosotros, es el Señor el que la consigue para nosotros. Caminamos hacia el Cielo», ha apuntado.

 

El arzobispo también ha afirmado que «no solo caminamos hacia el Cielo, sino que en la tierra se nos enseña cómo caminar: ‘¿dónde puedo encontrar luz en cada día?’, ‘¿dónde puedo encontrar luz a las dificultades de la vida?’. La Palabra de Dios nos revela cómo vivir en este mundo», ha señalado. El cuarto elemento es que el Señor «no sólo nos revela hacia dónde vamos, sino que además nos da la fuerza para cumplirlo. Primero, por el don del Espíritu Santo, que es el amor de Dios. Y recibir cada domingo, y ojalá fuera cada día, la Eucaristía, el ‘Pan de Vida’».

 

Y un sexto elemento, la misión que el Señor nos da en nuestra vida. «La misión de hacer presente el Reino de Dios. Cuántas guerras, cuántas hambrunas, cuántos desamores y violencias… a veces, hasta en nuestra propia casa. Y el hombre piensa que, por nuestras solas fuerzas, puede resolver los problemas del mundo, cuando es el Señor el que ha dicho ‘Yo soy el que ha vencido al mundo. Es mi gracia, mi luz y mi amor el que transforma el mundo».

 

Mons. Iceta también ha recordado que, con el bautismo, estas tres personas han sido hechos «hijos de Dios, hermanos de Jesucristo, templos del Espíritu Santo. Se les van a perdonar todos los pecados. Se les va a dar la vida eterna, que empieza el día del bautismo, no después de muerto. Y se les va a agregar a una gran familia, para que no caminen solos. Una familia que se llama Iglesia».

 

Tras la homilía, el arzobispo, los concelebrantes y los catecúmenos se han dirigido a la pila bautismal, donde han sido bautizados, derramando agua sobre sus cabezas. De vuelta en el presbiterio, el arzobispo les ha impuesto las manos y los ha signado con el Santo Crisma, recibiendo así la confirmación. Por último, han recibido por primera vez el Cuerpo y la Sangre de Cristo y, de esta manera, han completado los sacramentos de iniciación cristiana.

 

Precisamente, tras la comunión, el arzobispo ha dirigido unas palabras a los tres catecúmenos, en la que les ha explicado que, tras recibir al Señor, siempre le vienen cuatro palabras a la cabeza: «’Gracias’, porque el Señor nos da tantos dones: la fe, la familia, los amigos, el trabajo… ‘Perdóname’, porque soy avaricioso, comodón, solo pienso en mí, no tengo misericordia… ‘Ayúdame’, con todo lo que me inquieta a mí y a los de mi alrededor: con la familia, con el amigo que no encuentra trabajo o no llega a fin de mes… Y, por último, ‘te amo’, una palabra que los apóstoles no le decían a Jesús, la más grande de todas», ha concluido.

 

Estas tres personas han sido preparadas para recibir estos sacramentos por parte del Secretariado para el Catecumenado, que se encarga de preparar a los adultos que no han recibido los sacramentos de iniciación cristiana.